Monseñor Luis Enrique Rojas en la celebración de La Chinita
*** Fueron las gestiones que hace algunos
años hicieran el Arzobispo Metropolitano de Mérida y el Padre Kike, las
que lograron que la réplica del retablo
original de La Chinita, llegara a Mérida. Ahora, la fiesta que antes celebraba
la colonia de zuliana, ya es propia de los merideños.
Euro Lobo SSCC /
CNP: 12.112
(Especial).- Vestida
con los colores característicos de “La Chinita”, una niña adornaba el Altar Mayor
de la Catedral merideña, donde el Obispo Auxiliar Monseñor Luis Enrique Rojas Ruiz
celebró la eucaristía propia del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario y día de Nuestra
Señora del Rosario de Chiquinquirá
Para Monseñor Luis Enrique esta advocación representa una
fiesta especial, no puede ocultar el agrado de celebrar el día de la Virgen,
pero en especial celebrar a “La Chinita”, la Virgen morena.
Resaltó en su homilía el hecho del encuentro y la unidad “que
nos convoca a todos a celebrar la fiesta de nuestra madre” y aprovechó para recordar
a aquellos que se han ido a otras fronteras, “pidamos a la Virgen que sea
pronto la celebración del reencuentro en libertad".
Dio gracias a la Virgen “que acompaña a esta Venezuela que
va naciendo en libertad, unión, encuentro y perdón, en democracia"
puntualizó el Obispo quien exigió respeto a la vida, a la dignidad de la
persona, a la libertad.
Para el momento de las ofrendas, un nuevo manto fue
entregado para vestir el milagroso retablo, replica, de “la tablita” que reposa
en la Basílica de Chiquinquirá en Maracaibo, momento en el que Monseñor Rojas
Ruiz pidió a la Virgen, “que con su manto siga cubriendo con amor a Venezuela”.
Al finalizar la eucaristía, el prelado junto a los fieles iniciaron
una peregrinación que les condujo hasta el templo de San José Obrero en la
Avenida 16 de Septiembre. Entre cantos y oraciones, “La Patrona, La Reina
Zuliana”, fue de hombro en hombro, recorriendo las calles merideñas, para
encontrarse con sus devotos que en tarima, dedicaron las mejores gaitas para
rendirle tributo.
El Obispo fue quien se encargó personalmente de dirigir la
llegada del retablo al ritmo de la música, “como las suaves olas del Lago de
Maracaibo”, explicó, mientras tutelaba el rítmico movimiento con que los
promeseros batían la imagen para ser colocada al lado de la tarima, desde donde
se inició la acostumbrada celebración. (18/11/2018)
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