Queridos
Jóvenes, los quiero felices aquí y en la eternidad
*** Llegó a Venezuela en una visita no planificada, se
sorprendió con la cercanía alegre de nuestros jóvenes, se sintió en casa y para
todos fue mirar a los ojos de Don Bosco en su Décimo Sucesor.
Euro
Lobo SSCC / CNP 12.112
Así, sencillo, el hijo de pescadores
asturianos que ahora es el décimo sucesor de Don Bosco se caracteriza por eso,
por la sencillez, la candidez de corazón, de espíritu y de trato, forma de ser
que atrapó a los jóvenes venezolanos quienes durante seis días tuvieron la
suerte de conocerle, de sentirle y de fotografiarse con él, sin problemas ni
reparos, a pesar de que algunos salesianos corrían tras del Rector Mayor marcando
el ajetreado cronometro de su visita.
Desde Mérida, ciudad andina, la madrugada de este lunes 10 de noviembre
salimos más de 70 jóvenes, alumnos, ex alumnos, Movimiento Juvenil Salesiano, profesores,
representantes, Religiosas, Cooperadores
y Fundación Don Bosco, amigos de la obra, Damas Salesianas, a bordo de 5 buses,
con la noche como testigo y con ansias de comernos el páramo merideño para
bajar hasta la llanura barinesa.
Después de 4 horas de camino arribamos a la
Escuela Agronómica Salesiana “San José” de Barinas, 30 grados centígrados,
mucho para los andinos pero no suficiente para alejarnos de nuestro objetivo,
compartir con el Padre Ángel Fernández Artime, Rector Mayor de los Salesianos.
Este sencillo asturiano, que ahora encarna
a Don Bosco en el siglo XXI, dejó entrar a Jesús en su vida producto de un
proceso donde su familia ha sido pilar fundamental para fortalecer su sensibilidad,
su fe y la inquietud de dar una repuesta joven a una vieja invitación.
A Don Bosco lo conoce por sus salesianos,
pero a los salesianos los conoce por una amistad familiar que invitó a sus
padres a dejar formar “ese chaval” por unos curas amigos radicados lejos de su
pueblo natal, curas que le formaron durante todo su aprendizaje, que le
confiaron una inspectoría casi en el fin del mundo, esos mismos curas que hoy
día le han echado la responsabilidad de animar la segunda congregación
religiosa católica más grande del mundo.
Desde que vi al Padre Ángel sentí la franqueza
de una amistad que por rápida no deja de ser eterna, como si nos conociéramos
de mucho, el saludo realmente caluroso mientras blandía mi cámara para
inmortalizar tanto joven que pretendía guardar un recuerdo de su abrazo.
Camine juntó a él por toda la “Agronómica”,
fotografía iba, fotografía venia, él ni se inmutaba, algunas veces hablamos
como si ya supiésemos de una buena amistad.
Al finalizar la calurosa eucaristía, nos
quedaron las palabras… ¿Hermanos, en
verdad nos cuidamos entre nosotros?, palabras que tenían un sabor reflexivo
y una invitación a que todos como familia salesiana, oremos por cada uno de
nosotros, por nuestros jóvenes, por nuestra misión, para que así nos sintamos
felices en la preocupación por el hermano, esa preocupación que se traduce en
compromiso por la santidad de todos.
Llegó la oportunidad que esperé durante
todo el día, por fin le entrevistaría, jugando me dijo que sentía que realmente
era periodista, entre carcajadas terminamos en la biblioteca de la obra, a la
cual el padre “Fucho” había acondicionado para que el Rector se revistiera de los ornamentos
sagrados para la eucaristía.
En esa sacristía improvisada, con una
relajante temperatura y como Don Bosco y Magone, me senté con el sencillo
Ángel, que sin dejar de ser Don Fernández, décimo sucesor de Don Bosco, nunca dejó
de ser aquel hijo de pescadores asturianos.
Para el Padre Ángel, los jóvenes son el
motivo de toda su vida, de su vocación, de su felicidad, como al Don Bosco que
sucede, son el motivo de su amor y el cielo anticipado, no lo oculta en sus
conversaciones, en su transitar por el patio, en su formación desde la cátedra,
en su estrechar manos y repartir abrazos cercanos que sorprendieron incluso a
los avezados jóvenes venezolanos.
Entiende el Rector Mayor, que como capitán
de esta gran barca que es la Familia Salesiana, continua el rumbo que se había
emprendido, pues ese era el adecuado, así se asegura que la navegación sea
firme; siendo auténticos como salesianos, fieles al señor Jesús, al carisma de
Don Bosco, traducido en una opción permanente por los jóvenes. Los más pobres,
los necesitados.
Reconoce que desde finales de Mayo cuando
sus hermanos lo eligieron como sucesor de Don Bosco, los días han sido días de
vértigo, intensos pero muy hermosos.
Al llegar a nuestro país el Padre Ángel se
impresionó al encontrarse con una Venezuela hermosísima, llena de vida, de
pasión educativa por los jóvenes y con un potencial fascinante que se propone
animar y desarrollar más en éste sexenio que le corresponde gobernar.
Nos comenzamos a despedir pues el tiempo
apremiaba, “Fucho” nervioso desde la puerta apuraba el fin del encuentro,
gratificante por demás y seguro que pocos lo tuvieron en esta visita. “Si
después de visitar 133 naciones en estos 6 años, aun me queda tiempo, seguro
que volveré contento a Venezuela” dijo el Rector Mayor., “pues aquí nos hemos
sentido muy a gusto y muy amados por todos.”
Cree en los jóvenes como Jesús cree en cada
uno de nosotros, Ángel cree en los jóvenes y sus sueños, esos que anima a
seguir, a fortalecer y acompañar para que sean un auténtico camino que
construya la civilización del amor, un camino que nos lleve a la santidad.
Atropellado el cálido día llanero llega la
hora de la despedida, no es formal como tampoco fue su visita, mas fotos con
los jóvenes, los responsables apurados maleta en mano, el sabor de la carne en
vara, el humo de la parrilla dibujaron un Hasta
pronto Padre Ángel y un microbus que raudo partió al aeropuerto mientras
nosotros, cuatro horas más atravesando el páramo que nos trajo a nuestra
cordillerana ciudad, donde nuestro apostolado nos espera para llevar la
felicidad a un patio que sea escuela iglesia y hogar para nuestros jóvenes,
nuestros hermanos y nuestros formadores.
Que viva Don Bosco, que viva su sucesor,
que viva el Padre Ángel… que vuelva pronto…